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Un encuentro

Néstor Ramírez Vega

 

La función empezaba a las ocho de la noche, pero como salí temprano del trabajo decidí ir directo al teatro. Con dos horas de anticipación, y un libro de Calvino bajo el brazo, llegué a la taquilla. Estaba solo. No había ningún alma en aquel lugar. Salí a hacer una llama y al volver ahí estaba ella, una joven de piel morena leyendo un libro.

Pasé caminando frente a ella; alzó la mirada y me dijo siéntate. Obedecí, entonces platicamos. Cogí su libro que tanta curiosidad me había causado minutos antes. El título era reconocible: Pedro Páramo. Entonces por mi mente pasó un pensamiento que había leído hace unos días, “Ver a alguien que lee un libro que te gusta es una recomendación”, algo tonto, de niños.

Vimos la función como dos viejos conocidos, quienes ya antes se habían visto. Vámonos, ya es un poco tarde. ¿Tú para dónde vas?, preguntó. A Cuatro Caminos, respondí. Ella iba a Panteones, así que nos fuimos juntos. Durante el camino estuvimos platicando sobre nuestras vidas, quiénes somos, qué nos había parecido la función.

De pronto, ella tuvo un antojo de gomitas con forma de fruta. Llegando al paradero encontramos a una señora vendiéndolas, compramos unas para los dos y nos fuimos. Mientras el camión pasaba las calles, sus ojos cafés se comenzaron a poner rojos. Una lágrima comenzó a caer por su mejilla que se coloraba a la vez que contraía su boca. Instrucciones para llorar. Las palmas de sus manos taparon su rostro, un gemido latente dominó su habla. Él fue un estúpido, un mal hombre, por eso no le importó romper mi corazón.

No fue tu culpa, ni de él. Era algo que debía terminar. Toda cosa tiene su inicio y su fin, pero el fin no es el fin, es un inicio a un nuevo mundo, un mundo conformado por infinidad de microcosmos y posibilidades interminables. La felicidad no está en otra persona que no seamos nosotros mismos. Su llanto era imparable y un malestar se proyectaba a cualquier persona que la viese.

Llegamos a Panteones y opté por bajar del autobús. No resistí la tentación de abrazarla al ver esos ojos que no paraban de llorar. Abrazo, lenguaje universal para mostrar afecto o apoyo a una persona. Apoyo a una persona (des)conocida. Dio las gracias por todo y se perdió en la lejanía de la parada. El camión baja personas en las estaciones, pero continúa su camino.

A veces me pregunto qué pasó. ¿Almas en pena? Cuatro caminos para elegir.